Título original: L´age d´or
Género: Drama surrealista
Duración: 60 min.
Sonido: Monoaural
Dirección: Luis Buñuel
Producción: Vizconde de Noailles
Guión: Luis Buñuel (con escasa colaboración de Salvador Dalí)
Fotografía: Albert Duverger
Escenografía: Schilzneck
Edición: Luis Buñuel
Música: Georges von Parys. Fragmentos de obras de Beethoven, Mozart, Debussy, Mendelssohn y Wagner; redoble de tambores de Calanda y el pasodoble "Gallito".
Año: 1930
País: Francia
Reparto:
Gaston Modot .... el hombre
Lya Lys .... la joven
Max Ernst .... el capitán de los bandidos
Pierre Prévert .... Péman
Caridad de Laberdesque .... la madre
Pancho Cosío .... bandido cojo
José Artigas .... invitado en la fiesta
Valentine Hugo .... invitada en la fiesta
Lionel Salem .... duque de Blangis
Sinopsis:
Después de un prólogo documental sobre las costumbres del alacrán, unos bandidos descubren a un grupo de arzobispos orando en un acantilado. La fundación de la Imperial Roma, celebrada en el sitio donde oraban los clérigos, se ve interrumpida por los lances amorosos de una pareja que es separada. El hombre es conducido a prisión pero logra escapar y se refugia en casa de su amada. Durante una fiesta, la pareja intenta consumar su pasión sin éxito. Finalmente, los sobrevivientes de una criminal orgía, entre los que se encuentra el duque de Blangis, salen del castillo de Selliny.
Comentario:
El éxito de Un perro andaluz (1928) y su aceptación dentro del exclusivo círculo de los surrealistas motivó a Luis Buñuel a realizar una segunda película más audaz que la primera:
"Después de Un perro andaluz, imposible pensar en realizar una de esas películas que ya se llamaban «comerciales». Yo quería seguir siendo surrealista a toda costa."
Buñuel, L. (1982). Mi último suspiro. Barcelona: Plaza & Janés, p. 112.
Con esta idea, Buñuel inició los preparativos de La edad de oro sin imaginar que en poco tiempo se vería envuelto en uno de los escándalos más memorables de la historia moderna de París.
La edad de oro fue financiada por el vizconde de Noailles, un sofisticado mecenas que había patrocinado varios proyectos artísticos de vanguardia. Buñuel decidió escribir el guión de la misma manera que el de Un perro andaluz y viajó a Figueras para verse con Dalí.
Muy a su pesar, Buñuel se dio cuenta de que el encanto de su amistad con el pintor catalán se había perdido por completo. A los tres días, fastidiado por los desacuerdos y por la intervención de Gala, la mujer de Dalí, Buñuel decidió poner punto final a la colaboración. Varios años después esta ruptura, amigable en apariencia, tendría efectos devastadores en la relación entre los dos genios.
Buñuel terminó de escribir el guión en la finca de verano de los vizcondes de Noailles:
" Me dejaban tranquilo durante todo el día. Por la noche, yo les leía las páginas que había escrito. No pusieron ni una sola objeción. Todo -casi no exagero-, todo les parecía «exquisito, delicioso»."
Buñuel, L. (1982). Mi último suspiro. Barcelona: Plaza & Janés, p. 113.
El rodaje de interiores se llevó a cabo en los mismos estudios donde se filmó Un perro andaluz y los exteriores en Cap de Creus, cerca de Barcelona. Como el filme se planeó sonoro, Buñuel contó con los servicios de un técnico alemán -de nombre hoy olvidado- quien se encargó de sincronizar la banda sonora manualmente.
La ausencia de sonido directo contribuyó a crear una serie de audacias formales en la relación entre la imagen y el sonido de la película que aún hoy resultan innovadoras. La edad de oro fue una de las primeras películas sonoras filmadas en Francia y la primera en explorar conscientemente el impacto de la voz en off.
Pero más que sus audacias formales, sería su irreverencia temática la que provocaría el escándalo de La edad de oro. El segundo filme de Buñuel proponía un tipo de experiencia estética que hasta entonces no se había dado en el cine: la impugnación de los valores y principios de la civilización occidental y la propuesta a una revuelta en contra de lo establecido por la sociedad.
"Hoy nadie se escandaliza" le dijo melancólicamente André Breton, poco antes de morir, a Luis Buñuel. Desde el estreno de La edad de oro la sociedad ha encontrado maneras de anular el potencial provocador de una obra de arte adoptando ante ella una actitud de placer consumista. Sin embargo, lo que permanece de La edad de oro no es su valor de provocación, por intenso que haya sido en su época, sino su capacidad para ofrecernos una visión crítica de una sociedad en crisis. Más que un llamado a la revuelta, La edad de oro se ha convertido en un retrato, ácido y poético, de la sociedad del siglo veinte.
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