ARTÍCULO PUBLICADO EN NEW LEFT REVIEW Nº 49 DE MARZO-ABRIL DE 2008
Memorias del trabajo en la Resistencia contra el fascismo durante la Segunda Guerra Mundial y de la cultura política del gigantesco Partido Comunista Italiano en el Milán liberado, escritas por una de las fundadoras de Il Manifesto.
INTRODUCCIÓN A ROSSANA ROSSANDA
La historia del comunismo europeo se ha escrito de muchos modos, por los participantes en la misma, por sus adversarios, por los estudiosos del movimiento obrero. Entre quienes han escrito sus memorias, Rossana Rossanda representa una figura inusual. Nacida en 1924, hija de un próspero notario de Istria arruinado por la Gran Depresión, entró en la Universidad de Milán, sin mayores convicciones políticas, en 1941. Dos años más tarde, con el Ejército alemán controlando el norte de Italia y la República Social de Mussolini instalada en Salò, Rossanda se unió a la Resistencia, a la edad de diecinueve años. Comunista en la clandestinidad, en 1947 estaba trabajando a tiempo completo para el PCI, ascendiendo a través de la Federación de Milán al Comité Central en 1960. Por entonces, se había convertido también en editora del influyente semanario del Partido Rinascita. Togliatti, apreciando sus talentos, la nombró responsable del departamento cultural del PCI en 1962, momento en el que fue elegida diputada al Parlamento italiano. Cuando en 1967-1968 explotó la revuelta estudiantil, Rossanda expresó, sin embargo, simpatía por un movimiento contemplado con sospecha por la dirección del PCI y contribuyó a la creación de la primera publicación periódica en la historia del partido que se mostraba crítica con sus posiciones desde la izquierda, Il Manifesto. Denunciado en el XII Congreso del Partido, el grupo de Il Manifesto fue expulsado del PCI en noviembre de 1969, acometiendo la tarea de crear un periódico diario independiente del mismo nombre que perdura hasta el día de hoy.
Durante casi cuatro décadas, Rossanda ha sido su editorialista y comentadora individual más distinguida, escribiendo con un estilo elegante y carente de afectación en su contundencia, que ha convertido su firma en la prensa italiana en todo un referente. Característica de sus intervenciones ha sido la atención permanente a lo social en una cultura más típicamente preocupada por lo político entendido en su sentido más restringido. En 2005 la autobiografía de sus primeros 45 años de vida, La ragazza del secolo scorso –extractos de la cual se presentan a continuación– conoció un clamoroso éxito de público literario y político. En ella, reflexionando sobre su papel como una joven mujer con responsabilidades en el partido y sobre las vacilaciones que sintió al ejercerlo, Rossanda observa lo siguiente: «No se trata de que a las mujeres no les guste el poder, lo ejercen sin piedad en la esfera privada y unas contra otras. Pero fuera de la esfera privada nos vemos tentadas a seguir, a costa de rompernos en dos, el camino decidido por otros. Nos sentimos extrañas, y como Virginia Wolf lo reivindicamos sin dejar de sufrir sus consecuencias con lágrimas y chillidos. Pero rara vez lo ponemos en tela de juicio, porque implica menos violencia, y sería una virtud, pero también menos responsabilidad, y en este caso dudo que lo sea.»
DESCARGAR ARTÍCULO: http://www.newleftreview.es/?getpdf=NLR28304&pdflang=es
Memorias del trabajo en la Resistencia contra el fascismo durante la Segunda Guerra Mundial y de la cultura política del gigantesco Partido Comunista Italiano en el Milán liberado, escritas por una de las fundadoras de Il Manifesto.
INTRODUCCIÓN A ROSSANA ROSSANDA
La historia del comunismo europeo se ha escrito de muchos modos, por los participantes en la misma, por sus adversarios, por los estudiosos del movimiento obrero. Entre quienes han escrito sus memorias, Rossana Rossanda representa una figura inusual. Nacida en 1924, hija de un próspero notario de Istria arruinado por la Gran Depresión, entró en la Universidad de Milán, sin mayores convicciones políticas, en 1941. Dos años más tarde, con el Ejército alemán controlando el norte de Italia y la República Social de Mussolini instalada en Salò, Rossanda se unió a la Resistencia, a la edad de diecinueve años. Comunista en la clandestinidad, en 1947 estaba trabajando a tiempo completo para el PCI, ascendiendo a través de la Federación de Milán al Comité Central en 1960. Por entonces, se había convertido también en editora del influyente semanario del Partido Rinascita. Togliatti, apreciando sus talentos, la nombró responsable del departamento cultural del PCI en 1962, momento en el que fue elegida diputada al Parlamento italiano. Cuando en 1967-1968 explotó la revuelta estudiantil, Rossanda expresó, sin embargo, simpatía por un movimiento contemplado con sospecha por la dirección del PCI y contribuyó a la creación de la primera publicación periódica en la historia del partido que se mostraba crítica con sus posiciones desde la izquierda, Il Manifesto. Denunciado en el XII Congreso del Partido, el grupo de Il Manifesto fue expulsado del PCI en noviembre de 1969, acometiendo la tarea de crear un periódico diario independiente del mismo nombre que perdura hasta el día de hoy.
Durante casi cuatro décadas, Rossanda ha sido su editorialista y comentadora individual más distinguida, escribiendo con un estilo elegante y carente de afectación en su contundencia, que ha convertido su firma en la prensa italiana en todo un referente. Característica de sus intervenciones ha sido la atención permanente a lo social en una cultura más típicamente preocupada por lo político entendido en su sentido más restringido. En 2005 la autobiografía de sus primeros 45 años de vida, La ragazza del secolo scorso –extractos de la cual se presentan a continuación– conoció un clamoroso éxito de público literario y político. En ella, reflexionando sobre su papel como una joven mujer con responsabilidades en el partido y sobre las vacilaciones que sintió al ejercerlo, Rossanda observa lo siguiente: «No se trata de que a las mujeres no les guste el poder, lo ejercen sin piedad en la esfera privada y unas contra otras. Pero fuera de la esfera privada nos vemos tentadas a seguir, a costa de rompernos en dos, el camino decidido por otros. Nos sentimos extrañas, y como Virginia Wolf lo reivindicamos sin dejar de sufrir sus consecuencias con lágrimas y chillidos. Pero rara vez lo ponemos en tela de juicio, porque implica menos violencia, y sería una virtud, pero también menos responsabilidad, y en este caso dudo que lo sea.»
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