Discurso ante la Asamblea General de las Naciones Unidas, de Yasser Arafat
En nombre del pueblo de Palestina y del
líder de su lucha nacional, la Organización de Liberación Palestina,
aprovecho esta oportunidad para expresar a usted, señor Presidente, mis
más sinceras felicitaciones por su elección a la Presidencia del 29º
período de sesiones de la Asamblea General de Naciones Unidas. De
hecho, desde hace mucho tiempo, nosotros, sabíamos que usted es un
defensor sincero y fiel de la causa de libertad, justicia y paz. También
sabíamos que usted ha estado en la vanguardia de los luchadores por la
libertad en heroica guerra argelina de liberación nacional. Hoy Argelia
ha logrado una posición distinguida en la comunidad mundial y ha asumido
sus responsabilidades tanto en el campo nacional como en el
internacional, así ganando el apoyo y la estima de todos los países del
mundo.
También aprovecho esta oportunidad para expresar mi más sincero
agradecimiento al Sr. Kurt Waldheim, el Secretario General de las
Naciones Unidas, por los grandes esfuerzos que ha hecho y sigue haciendo
para que podamos asumir nuestras responsabilidades en la manera más
cómoda posible.
En nombre del pueblo de Palestina aprovecho esta oportunidad para
felicitar a los tres Estados que han sido recientemente admitidos a la
membresía de las Naciones Unidas luego de obtener su independencia
nacional: Guinea-Bissau, Bangladesh y Granada. Les enviamos nuestros
mejores deseos a los líderes de los Estados Miembros y les deseamos
progreso y éxito.
Señor Presidente, le doy las gracias por haber invitado a la OLP
a participar en esta sesión plenaria de la Asamblea General de Naciones
Unidas. Estoy agradecido a todos los representantes de los Estados de
las Naciones Unidas quienes contribuyeron a la decisión de introducir la
cuestión de Palestina como un tema separado en la agenda de esta
Asamblea. Esa decisión hizo posible la resolución de la Asamblea de
invitarnos a hablarle sobre la cuestión de Palestina.
Esta es una ocasión muy importante. La cuestión de Palestina
está siendo reexaminada por las Naciones Unidas, y consideramos que ello
es una victoria para la Organización mundial, tanto como una victoria
para la causa de nuestro pueblo. Se indica de nuevo que las Naciones
Unidas de hoy no son las Naciones Unidas del pasado, al igual que el
mundo de hoy no es el mundo de ayer. Las Naciones Unidas de hoy
representan a 138 naciones, cifra que refleja más claramente la voluntad
de la comunidad internacional. Así, hoy en día las Naciones Unidas es
más capáz de aplicar los principios consagrados en su Carta y en la
Declaración Universal de los Derechos Humanos, además de estar más
verdaderamente facultada para apoyar las causas de la paz y la justicia.
Nuestros pueblos están empezando a sentir ese cambio. Junto a
ellos, los pueblos de Asia, África y América Latina también sienten el
cambio. Como resultado, las Naciones Unidas adquiere una mayor estima,
tanto en la vista de nuestro pueblo y en la opinión de otros pueblos.
Nuestra esperanza es que el fortalecimiento de las Naciones Unidas pueda
contribuir activamente a la búsqueda y el triunfo de las causas de la
paz, la justicia, la libertad y la independencia. Se fortalice nuestra
determinación de construir un mundo --un mundo libre de colonialismo, de
imperialismo, de neocolonialismo y de racismo en cada una de sus
instancias, incluyendo el sionismo.
Nuestro mundo aspira a la paz, la justicia, la igualdad y la
libertad. Desea que las naciones oprimidas, agobiadas bajo el peso del
imperialismo, puedan ganar su libertad y su derecho a la
autodeterminación. Espera que las relaciones entre las naciones se
establezcan en base de igualdad, coexistencia pacífica, respeto mutuo en
los asuntos internos de cada uno, asegurando la soberanía nacional, la
independencia y la unidad territorial en el marco de la justicia y el
beneficio mutuo. Que los lazos económicos que lo aten deben basarse en
la justicia, la igualdad y el mutuo el interés. Por último aspira a
dirigir sus recursos humanos contra el flagelo de la pobreza, el hambre,
las enfermedades y calamidades naturales, hacia el desarrollo
productivo de las capacidades científicas y técnicas para potenciar la
riqueza humana--todo esto con la esperanza de reducir la disparidad
entre los países en desarrollo y los países desarrollados. Pero todas
esas aspiraciones no pueden realizarse en un mundo que es actualmente
gobernado por tensión, injusticia, opresión, discriminación racial y
explotación, un mundo también amenazado con la guerra sin fin, los
desastres económicos, guerra y la crisis.
Un gran número de pueblos, incluidos los de Zimbabwe, Namibia,
Sudáfrica y Palestina, entre muchos otros, siguen siendo víctimas de la
opresión y la violencia. Sus áreas del mundo son presa de luchas armadas
provocadas por el imperialismo y la discriminación racial, ambas con
toda forma de agresión y de terror. Esos son los casos de los pueblos
oprimidos, obligados por circunstancias intolerables a la confrontación
con tal opresión. Pero dondequiera que ese enfrentamiento se produce es
legítimo y justo.
Es imprescindible que la comunidad internacional apoye a estos
pueblos en sus luchas, en el fomento de sus causas legítimas y en el
logro de su derecho a la libre autodeterminación.
En Indochina, los pueblos siguen expuestos a la agresión. Ellos
siguen siendo objeto de conspiraciones que les impiden alcanzar la paz y
la realización de sus objetivos. Aunque los pueblos del mundo han
acogido con satisfacción los acuerdos de paz alcanzados en Laos y
Vietnam del Sur, nadie puede decir que la verdadera paz se ha logrado,
ni que las fuerzas responsables en primer lugar de la agresión ya han
desistido de sus ataques a Vietnam. Lo mismo puede decirse de la actual
agresión militar contra el pueblo de Camboya. Por lo tanto, corresponde a
la comunidad internacional apoyar esos pueblos o5primidos, y también
condenar a los opresores por sus proyectos contra la paz. Por otra
parte, a pesar de la actitud positiva adoptada por la República Popular
Democrática de Corea con respecto a una solución pacífica y justa de la
cuestión de Corea, no existe aún ninguna solución de esa cuestión.
Hace unos meses el problema de Chipre estalló violentamente ante
nosotros. Todos los pueblos del mundo han compartido el sufrimiento de
los chipriotas. Pedimos que las Naciones Unidas sigan esforzándose para
alcanzar una solución justa en Chipre, ahorrándoles una posible guerra y
asegurando en su lugar la paz y la independencia para ellos.
Indudablemente, sin embargo, el examen de la cuestión de Chipre esta
dentro de los problemas de Medio Oriente, así como de los problemas del
Mediterráneo.
En sus esfuerzos por reemplazar un sistema anticuado, pero aún
dominante sistema económico mundial, con un nuevo y más lógicamente
racional, los países de Asia, África y América Latina, sin embargo,
deben enfrentar ataques implacables sobre estos esfuerzos. Estos países
han expresado sus puntos de vista en la sexta sesión extraordinaria de
la Asamblea General sobre las materias primas y el desarrollo. Así, el
saqueo, la explotación, el desvío de la riqueza de los pueblos
empobrecidos debe terminarse inmediatamente. No debe haber ninguna
disuasión a los esfuerzos de estos pueblos para desarrollar y controlar
su riqueza. Además, hay una profunda necesidad de llegar a precios
justos para las materias primas de estos países.
Además, estos países siguen siendo obstaculizados para el logro
de sus objetivos principales formulados en la Tercera Conferencia de las
Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar en Caracas, en la Conferencia
Mundial de Población en Bucarest y en la Conferencia Mundial sobre la
Alimentación en Roma.
Las Naciones Unidas por lo tanto deben doblar todos los esfuerzos
posibles por lograr una modificación radical del sistema económico
mundial, haciendo posible que los países en desarrollo se puedan
desarrollar; deben asumir la responsabilidad de la lucha contra la
inflación, ahorra llevada más pesadamente por los países en vías de
desarrollo, especialmente por los países productores de petróleo y deben
condenar firmemente cualquier amenaza contra estos países simplemente
porque exigen sus justos derechos.
La carrera armamentista en todo el mundo no muestra signos de
disminución. Como consecuencia, el mundo entero está amenazado con la
dispersión de la riqueza y el derroche total de sus energías. La
violencia armada se hace más probable que en todas partes. Esperamos que
las Naciones Unidas se dediquen con gran determinación a frenar la
adquisición ilimitada de armas, para evitar incluso la posibilidad de la
destrucción nuclear; para reducir las enormes sumas gastadas en
tecnología militar, para convertir los gastos de guerra en proyectos
para el desarrollo, para aumentar la producción, y para beneficiar a la
humanidad común.
Y, aún así, la máxima tensión existe en nuestra parte del mundo.
Allí, la entidad sionista se aferra tenazmente a los territorios árabes
ocupados; el sionismo persiste en sus agresiones contra nosotros y
contra nuestro territorio. Febrilmente están realizando nuevos
preparativos militares. Estos anticipan otra quinta guerra de agresión
que se lanzará contra nosotros. Tales signos llevan como posible visión
mas cercana, que hay una probabilidad que esta guerra podría presagiar
la destrucción nuclear y la aniquilación catastrófica.
El mundo necesita de grandes esfuerzos, si sus aspiraciones a la
paz, la justicia, la libertad, la igualdad y el desarrollo son
materializarse y si su lucha es lograr la victoria sobre el
colonialismo, el imperialismo, el neocolonialismo y el racismo en todas
sus formas, incluyendo el sionismo. Sólo por estos esfuerzos pueden dar
forma concreta a las aspiraciones de todos los pueblos, incluyendo las
aspiraciones de los pueblos cuyos estados se oponen a tales esfuerzos.
Este es el camino que conduce al cumplimiento de esos principios
destacados por la Carta de las Naciones Unidas y la Declaración
Universal de los Derechos Humanos. Sin embargo, si el statu quo fuera
simplemente mantenido, el mundo estaría en su lugar expuesto a un
prolongado conflicto armado, además de económico, a las calamidades
humanas y naturales.
A pesar de las constantes crisis mundiales, incluso a pesar de
los poderes sombríos del atraso y del desastroso mal, vivimos en una
época de cambio glorioso. Un viejo orden mundial se está desmoronando
ante nuestros ojos, como el imperialismo, el colonialismo, el
neocolonialismo y el racismo, cuya principal forma es el sionismo,
inevitablemente perece. Tenemos el privilegio de poder presenciar una
gran ola de la historia, que lleva a los pueblos adelante en un nuevo
mundo que ellos han creado. En ese mundo las causas justas triunfarán.
De eso estamos seguros.
La cuestión de Palestina pertenece a esta perspectiva de
aparición y lucha. Palestina es crucial entre los que lucharon sin
descanso por esas causas justas de las masas trabajadoras bajo el
imperialismo y la agresión. No puede ser, y no se pierde en mí hoy, como
estoy aquí ante la Asamblea General, que si me ha dado la oportunidad
de dirigirme ante la Asamblea General, también debe dar la oportunidad a
todos los movimientos de liberación que luchan contra el racismo y el
imperialismo. En su nombre, en nombre de todos los seres humanos que
luchan por la libertad y la autodeterminación, hago un llamamiento a la
Asamblea General con carácter urgente, para dar a sus justas causas de
la misma atención plena que la Asamblea General ha dado con toda razón a
nuestra causa. Cuando dichos reconocimientos sean hechos, a partir de
entonces habrá una base segura para la preservación de la paz universal.
Porque sólo con esa paz, un nuevo orden mundial perdurará, en el cual
los pueblos puedan vivir libres sin el miedo de la opresión, el terror y
la supresión de sus derechos. Como he dicho antes, esta es la verdadera
perspectiva en que se puede establecer la cuestión de Palestina. Ahora
voy a hacerlo para la Asamblea General, teniendo muy en cuenta tanto la
perspectiva y el objetivo de un próximo orden mundial que viene.
Aún cuando hoy nos dirigimos a la Asamblea General, que es ante
todo una tribuna internacional, también estamos expresando nuestra fe en
la lucha política y diplomática como complementos de nuestra lucha
armada. Además, expresamos nuestro agradecimiento por el papel que la
ONU es capaz de jugar en la solución de problemas de alcance
internacional. Pero esta capacidad, dije hace un momento, se convirtió
en real sólo una vez que la ONU ha atendido a la realidad de vida que
aspiran los pueblos, hacia los cuales una organización de una dimensión
verdaderamente internacional tiene obligaciones únicas.
Al abordar hoy la Asamblea General, nuestro pueblo proclama su
fe en un futuro no comprometido, ya sea por las tragedias del pasado o
por las limitaciones actuales. Si, cuando hablamos del presente,
acudimos al pasado en nuestro servicio, lo hacemos tan sólo para
iluminar nuestro camino hacia el futuro, junto con otros movimientos de
liberación nacional. Si ahora volvemos a las raíces históricas de
nuestra causa, lo hacemos así porque presente, en este momento y en
nuestro medio, están los que al mismo tiempo que ocupan nuestras casas,
su ganado pasta en nuestros pastos y sus manos recogen el fruto de
nuestros árboles, pretenden al mismo tiempo que somos espíritus
incorpóreos, ficciones sin presencia, tradiciones o futuro. Hablamos
también de nuestras raíces porque hasta hace poco tiempo, algunas
personas ha mirado -y continua mirando- nuestro problema como un mero
problema de refugiados. Porque han interpretado, la cuestión del Medio
Oriente Medio como poco más que una disputa fronteriza entre los estados
árabes y la entidad sionista. Por cuanto han imaginado que nuestro
pueblo no reclama derechos legítimos o propios, y que lucha sin lógica
ni motivo válido, por el simple deseo único de perturbar la paz y
aterrorizar arbitrariamente. Por cuanto hay entre ustedes - y aquí me
refiero a los EE.UU. y otros como él – los que abastecen a nuestros
enemigos libremente con los aviones y las bombas y con todas las
variedades de armas asesinas. Porque toman posiciones hostiles contra
nosotros, distorsionando deliberadamente la verdadera esencia del
problema. Y todo esto hecho no sólo a nuestra costa, sino también a
expensas del pueblo estadounidense y de la amistad que tenemos la
esperanza podamos cimentar entre nosotros y este gran pueblo, cuya
historia de lucha por el bien de la libertad honramos y saludamos.
No puedo renunciar a esta oportunidad para exhortar directamente
al pueblo estadounidense desde esta tribuna, pidiéndole que dé su apoyo
a nuestro pueblo heroico y a su lucha. Les pido de todo corazón para
respaldar el derecho y la justicia, que recuerde ante todo a George
Washington, el Washington heroico cuyo propósito era la libertad de su
nación e independencia; a Abraham Lincoln, campeón de los desposeídos e
infelices, y también a Woodrow Wilson, cuya doctrina de los 14 puntos
sigue siendo suscrita y venerada por nuestro pueblo. Pregunto al pueblo
estadounidense si las manifestaciones de hostilidad y enemistad que
tienen lugar fuera de esta gran sala reflejan la verdadera intención de
la voluntad de los EE. UU. ¿Qué crimen, pregunto, nuestro pueblo ha
cometido contra el pueblo estadounidense? ¿Por qué se nos combate así?
¿Realmente les sirve a sus intereses esta beligerancia injustificada?
¿Sirve a los intereses de las masas estadounidenses? No, definitivamente
no. Sólo puedo esperar que el pueblo estadounidense recuerde que su
amistad con la nación árabe entera, es demasiado grande, demasiado firme
y provechosa para que cualquier manifestación de este tipo la dañe.
En cualquier caso, como nuestro debate de la Cuestión de
Palestina se centra en las raíces históricas, hacemos así porque creemos
que cualquier pregunta que ejerce la preocupación mundial debe ser
vista radicalmente, en el sentido de la verdadera raíz de esa palabra,
si una verdadera solución debe alguna vez ser comprendida. Se propone
este enfoque radical como un antídoto a un enfoque a las cuestiones
internacionales que oscurece orígenes históricos detrás de la
ignorancia, la negación y una obediencia servil a la actualidad.
Las raíces de la Cuestión de Palestina se remontan a las
postrimerías del siglo XIX, en otras palabras, a ese período que
llamamos la era del colonialismo y asentamientos, tal como lo conocemos
hoy en día. Este es precisamente el período en el que nació el sionismo
como un plan; su objetivo era la conquista de Palestina por inmigrantes
europeos, al igual que colonos, colonizaron, y de hecho incursionaron,
en la mayor parte de África. Este es el período durante el cual,
vertiendo del oeste, se extendió el colonialismo en los confines de
Africa, Asia y América Latina, construyendo colonias por todas partes,
con la cruel explotación, opresión y el saqueo a los pueblos de esos
tres continentes. Este período persiste en la actualidad. Y marcada
evidencia de su presencia totalmente reprobable, puede percibirse
fácilmente en el racismo practicado tanto en el Sudáfrica como en
Palestina.
Tal como el colonialismo y sus demagogos dieron títulos a sus
conquistas, al saqueo y los ataques sin límites a los nativos de África
con un llamamiento a una misión de “civilizar y modernizar”, también lo
hicieron las olas de inmigrantes sionistas, disfrazando sus objetivos
como conquistaron Palestina. Así como el colonialismo como un sistema y
los colonialistas como su instrumento, utilizaron la religión, el color,
la raza y el idioma para justificar la explotación de África y su
sometimiento cruel por el terror y la discriminación, también fueron,
con estos métodos empleados como Palestina fue usurpada y su pueblo
perseguido desde su país de origen.
Así como el colonialismo utiliza con indeferencia a los
miserables, los pobres,} y los explotados como mera materia inerte con
la que construir y llevar a cabo el colonialismo de los colonos, también
eran indigentes, oprimidos judíos europeos empleados en nombre del
imperialismo mundial y de los dirigentes sionistas. Los judíos europeos
se transformaron en los instrumentos de agresión - y se convirtieron en
los elementos del colonialismo de los colonos íntimamente vinculados a
la discriminación racial.
La teología sionista fue utilizada contra el pueblo palestino:
el propósito no era sólo el establecimiento del colonialismo de los
colonos al estilo occidental, sino también la ruptura de los judíos con
su tierra natal y, posteriormente, el alejamiento de sus naciones. El
sionismo además de ser una ideología imperialista, colonialista y
racista, también es profundamente reaccionaria y discriminatoria, y se
une con el antisemitismo en sus principios retrógrados, siendo al fin y
al cabo, otra cara de la misma moneda. Ello así pues cuando lo que se
propone es que los seguidores de la fe judía, independientemente de su
residencia nacional, no deben lealtad a sus naciones de residencia, ni
vivir en pie de igualdad con los ciudadanos no judíos, - cuando proponen
esto, es como cuando oímos al antisemitismo siendo propuesto. Cuando se
propone que la única solución para el problema judío es que los judíos
deben enemistarse con las comunidades o naciones de las cuales han sido
una parte histórica, cuando se propone a los judíos solucionar el
problema judío emigrando a la fuerza a la tierra de otro pueblo - cuando
esto ocurre, se esta propiciando exactamente la misma posición que la
impulsada por los antisemitas contra los judíos.
Así, por ejemplo, podemos entender la estrecha conexión entre
Cecil Rhodes, quien promovió el colonialismo en el sureste de África, y
Theodor Herzl, quien tenía diseños de colonos colonialistas en
Palestina. Después de haber recibido un certificado de buena conducta
por el asentamiento de los colonos de Rodas, Herzl se dio la vuelta y
presenta este certificado al gobierno británico, esperando así obtener
una resolución formal de apoyo a la política sionista. A cambio, los
sionistas prometieron a Gran Bretaña una base imperialista en territorio
palestino para que los intereses imperiales pudieran ser salvaguardados
en uno de sus principales puntos estratégicos.
Por lo que el movimiento sionista se alió directamente con el
colonialismo mundial en un ataque común sobre nuestra tierra. Permítanme
ahora presentar una selección de las verdades históricas sobre esta
alianza.
La invasión judía de Palestina se inició en 1881. Antes que la
primera ola de inmigrantes comenzara a llegar, Palestina tenía una
población de medio millón, la mayoría de la población era musulmana o
cristiana, y sólo 20.000 eran judíos. Cada segmento de la población
tenía la característica de la tolerancia religiosa de nuestra
civilización.
Palestina era entonces una tierra verde, habitada principalmente
por una población árabe en el curso de la construcción de su vida y en
la dinámica del enriqueciendo de su cultura autóctona.
33. Entre 1882 y 1917 el movimiento sionista estableció alrededor de
50.000 judíos europeos en nuestra patria. Para hacer esto recurrió a
artimañas y engaños para implantarlos en nuestro medio. Su éxito en Gran
Bretaña para emitir la Declaración Balfour, demostró una vez más la
alianza entre el sionismo y el imperialismo. Por otra parte, al prometer
al movimiento sionista lo que no estaba en su mano dar, Gran Bretaña
mostró cómo era la opresiva dominación del imperialismo. A medida que se
constituyó entonces la Liga de las Naciones, se abandonó al pueblo
árabe, y las promesas de Wilson y otras quedaron en nada. En la
apariencia de un mandato, el imperialismo británico fue cruel y
directamente impuesto sobre nosotros. El mandato otorgado por la
Sociedad de Naciones posibilitaba a los invasores sionistas consolidar
sus logros en nuestra patria.
Durante un período de 30 años después de la Declaración Balfour,
el movimiento sionista, junto con su aliado colonial, tuvo éxito en
lograr la inmigración de más judíos europeos y la usurpación de las
tierras de los árabes de Palestina. Así, en 1947 la población judía de
Palestina era aproximadamente 600.000, poseyendo menos de 6 por ciento
de las tierras fértiles de Palestina, mientras que la población árabe de
Palestina ascendía aproximadamente a unos 1.250.000.
Como resultado de la connivencia entre la potencia mandataria y
el movimiento sionista y con el apoyo de algunos países, esta Asamblea
General a principios de su historia aprobó una recomendación para
dividir nuestra patria Palestina. Esto ocurrió en una atmósfera
envenenada con acciones cuestionables y una fuerte presión. La Asamblea
General dividió lo que no tenía ningún derecho a dividir - una patria
indivisible. Cuando rechazamos esa decisión, nuestra posición
correspondió a la de la madre natural que se negó a permitir que el rey
Salomón dividiera en dos a su hijo, cuando la madre antinatural que
reclamó el niño para sí misma, aceptó su desmembramiento. Además, aunque
la resolución de partición concedió a los colonos colonialistas el 54 %
de la tierra de Palestina, su descontento con la decisión los llevó a
emprender una guerra de terror contra la población civil árabe. Ocuparon
el 81 por ciento de la superficie total de Palestina, desarraigando un
millón de árabes. Así, ellos ocuparon 524 ciudades y aldeas árabes, de
los cuales destruyeron 385 completamente, borrándolas en el proceso. Una
vez hecho esto, construyeron sus propios asentamientos y colonias en
las ruinas de nuestras granjas y arboledas. Aquí se encuentran las
raíces de la cuestión de Palestina. Sus causas no surgen de un conflicto
entre dos religiones y dos nacionalismos. Tampoco es un conflicto
fronterizo entre estados vecinos. Es la causa de las personas privadas
de su patria, dispersada y desarraigada, viviendo en su mayoría en el
exilio y en campamentos de refugiados.
Con el apoyo de potencias imperialistas y colonialistas, la
entidad sionista consiguió ser aceptada como miembro de las Naciones
Unidas. Además, tuvo éxito que la cuestión de Palestina fuera eliminada
de la agenda de las Naciones Unidas y en engañar a la opinión pública
mundial, presentando nuestra causa como un problema de refugiados que
necesitan de la caridad de los benefactores, o de asentamientos en una
tierra que no era la de ellos.
No satisfecho con todo esto, la entidad racista, fundada en el
concepto imperialista-colonialista, se convirtió en una base del
imperialismo y en un arsenal de armas. Esto le permitió asumir su papel
de subyugar al pueblo árabe y de cometer una agresión contra ellos, a
fin de satisfacer sus ambiciones de expansión en las tierras de
palestinos y árabes. Además de los muchos casos de agresión cometidos
por esta entidad contra los Estados árabes, ha lanzado dos guerras a
gran escala, en 1956 y 1967, poniendo así en peligro la paz y la
seguridad mundiales.
Como resultado de la agresión sionista en junio de 1967, el
enemigo ocupó el Sinaí egipcio hasta el Canal de Suez. El enemigo había
ocupado los Altos del Golán sirios, además de todos los territorios
palestinos al oeste del Jordán. Todos estos acontecimientos han dado
lugar a la creación en nuestra zona de lo que ha llegado a ser conocido
como el “problema de Medio Oriente”. La situación se ha vuelto más grave
por la persistencia del enemigo en el mantenimiento de su ocupación
ilegal y en consolidarlo, estableciendo así una cabeza de playa para el
empuje del imperialismo mundial contra nuestra nación árabe. Han
ignorado todas las decisiones del Consejo de seguridad y recurrimos a la
opinión pública mundial para la retirada de los territorios ocupados en
junio de 1967. A pesar de todos los esfuerzos pacíficos en el plano
internacional, el enemigo no ha sido disuadido de su política
expansionista. La única alternativa abierta ante nuestros países árabes,
principalmente Egipto y Siria, fue dedicar esfuerzos exhaustivos en la
preparación de la fuerza para resistir la invasión bárbara armada - y
esto con el fin de liberar las tierras árabes y restablecer los derechos
del pueblo palestino, después que todo los otros medios pacíficos,
habían fracasado.
Bajo estas circunstancias, la cuarta guerra estalló en octubre
de 1973, llevando a casa del enemigo sionista la quiebra de su política
de ocupación, de expansión y su dependencia en el concepto de poder
militar. A pesar de todo esto, los dirigentes de la entidad sionista
están lejos de haber aprendido alguna lección de su experiencia. Se
están haciendo los preparativos para la quinta guerra, recurriendo una
vez más al lenguaje de la superioridad militar, la agresión, el
terrorismo, el sometimiento y, finalmente, siempre a la guerra en sus
relaciones con los árabes.
Duele mucho a nuestro pueblo presenciar la propagación del mito
de que su patria era un desierto hasta que se hizo a florecer por el
trabajo de los colonos extranjeros, que era una tierra sin pueblo, y que
la entidad colonialista no le hacia daño a cualquier ser humano. No:
tales mentiras deben ser expuestas desde esta tribuna, ya que el mundo
debe saber que Palestina fue la cuna de las culturas más antiguas y las
civilizaciones. Su pueblo árabe estuvo dedicado a la agricultura y la
creación, a difundir la cultura por toda la tierra durante miles de
años, dando un ejemplo en la práctica de la libertad de culto, actuando
como fieles guardianes de los lugares santos de todas las religiones.
Como un hijo de Jerusalén, conservo para mí y mi pueblo hermosos
recuerdos e imágenes vívidas de la hermandad religiosa que fue el sello
distintivo de nuestra Ciudad Santa antes de que sucumbiera a la
catástrofe. Nuestro pueblo siguió con esta política progresista hasta el
establecimiento del Estado de Israel y su dispersión. Esto no impidió a
nuestro pueblo la búsqueda de su papel humanitario en suelo palestino.
Ni tampoco permite que su tierra se convierta en una plataforma de
lanzamiento para la agresión o en un campamento de racistas basado en la
destrucción de la civilización, la cultura, el progreso y la paz.
Nuestro pueblo no puede sino mantener la herencia de sus antepasados en
la resistencia contra los invasores, al asumir la tarea privilegiada de
la defensa de su patria, su nación árabe, su cultura y civilización, y
para salvaguardar de la cuna de las religiones monoteístas.
Por el contrario, sólo tenemos que mencionar brevemente algunas
posturas de Israel: su apoyo a la Organización del Ejército Secreto en
Argelia, su sostenimiento de los colonos colonialistas en África - ya
sea en el Congo, Angola, Mozambique, Zimbabwe, Azania o Sudáfrica - y su
respaldo a Vietnam del Sur contra la revolución vietnamita. Además, uno
puede hablar del apoyo constante de Israel a los imperialistas y
racistas en todo el mundo, su posición obstruccionista en el Comité de
los Veinticuatro, su negativa a emitir su voto en favor de la
independencia de los estados de África, y su oposición a las demandas de
muchos países asiáticos, africanos y latinoamericanos -y varios otros
estados- en las conferencias sobre materias primas, población, derecho
del mar y alimentos. Todos estos hechos ofrecen una prueba más del
carácter del enemigo que ha usurpado nuestra tierra. Ellos justifican la
lucha honorable que estamos librando en su contra. Como defendemos una
visión de futuro, nuestro enemigo defiende los mitos del pasado.
El enemigo que enfrentamos tiene un largo historial de
hostilidad aún hacia los propios judíos, pues dentro de la entidad
sionista existe un racismo contra los judíos orientales. Mientras
estábamos condenando a los gritos las matanzas de los judíos durante el
régimen nazi, dirigentes sionistas parecían en aquel tiempo más
interesados en explotarlos de lo mejor manera posible para lograr su
objetivo de inmigración en Palestina.
Si la inmigración de los judíos a Palestina hubiera tenido como
objetivo que pudiéramos vivir codo a codo entre nosotros, disfrutando de
los mismos derechos y asumiendo las mismas obligaciones, habríamos
abierto nuestras puertas a ellos, en la medida de su capacidad de
absorción. Tal fue el caso con los miles de armenios y circasianos que
aún viven entre nosotros en igualdad como hermanos y ciudadanos. Pero
que el objetivo de esta inmigración debería ser usurpar nuestro
territorio nacional, dispersar a nuestro pueblo, y convertirnos en
ciudadanos de segunda clase - esto es lo que nadie puede imaginar que
nosotros consintamos o nos sometamos. Por lo tanto, desde su creación,
nuestro desarrollo no ha sido motivado por factores raciales o
religiosos. Su objetivo nunca ha sido el judío, como persona, sino el
sionismo racista y la agresión desembozada. En este sentido, la nuestra
es también una revolución para el judío, como ser humano. Estamos
luchando para que judíos, cristianos y musulmanes puedan vivir en
igualdad, con los mismos derechos y asumir las mismas obligaciones, sin
discriminación racial o religiosa.
Nosotros hacemos una distinción entre el judaísmo y el sionismo.
Si bien mantenemos nuestra oposición al movimiento sionista
colonialista, respetamos la fe judía. Hoy en día, casi un siglo después
del surgimiento del movimiento sionista, queremos advertir a los judíos
del mundo y a nuestro pueblo árabe, de su peligro creciente para la paz y
la seguridad mundiales. El sionismo alienta al judío a emigrar de su
patria y le concede una nacionalidad creada artificialmente. Los
sionistas continúan con sus actividades terroristas a pesar de que estas
han demostrado ser ineficaces. El fenómeno de la emigración constante
de Israel, que está obligada a crecer en el otoño del mundo, como los
baluartes del colonialismo y el racismo, es un ejemplo de la
inevitabilidad del fracaso de tales actividades.
Instamos a los pueblos y gobiernos del mundo a mantenerse firme
contra los intentos sionistas a los judíos del mundo alentándolos a
emigrar de sus países para usurpar nuestras tierras. Los instamos
también con firmeza para oponerse a toda forma de discriminación contra
cualquier ser humano, como por la religión, la raza o el color.
¿Por qué nuestro pueblo árabe palestino debe pagar el precio de
este tipo de discriminación en el mundo? ¿Por qué nuestro pueblo se
encargará de los problemas de la inmigración judía, si estos problemas
existen en las mentes de algunas personas? ¿Por qué los partidarios de
estos problemas no abren sus propios países, lo que puede absorber y
ayudar a estos inmigrantes?
Los que nos llaman terroristas quieren evitar que la opinión
pública mundial descubra la verdad acerca de nosotros y la justicia de
nuestra causa. Tratan de ocultar el terrorismo y la tiranía de sus
actos, y nuestra propia postura de legítima defensa.
La diferencia entre el revolucionario y terrorista se encuentra
en la razón por la cual cada uno lucha. Porque todo el que defiende una
causa justa y lucha por la libertad y la liberación de su tierra de los
invasores o contra los colonos y los colonialistas no puede ser llamado
terrorista, caso contrario, el pueblo de los EE.UU. en su lucha por la
liberación de los colonialistas británicos habrían sido los terroristas;
la resistencia europea contra los nazis sería terrorismo; la lucha de
los pueblos de Asia, África y América Latina también sería terrorismo, y
muchos de ustedes que están en esta sala de la Asamblea serían
considerados terroristas. Esto es realmente una lucha justa y apropiada
consagrada por la Carta de las Naciones Unidas y la Declaración
Universal de los Derechos Humanos. En cuanto a los que luchan contra las
causas justas, los que hacen la guerra para ocupar, colonizar y oprimir
a los demás, esos son los terroristas. Esas son las personas cuyos
actos deben ser condenados, que deben ser llamados criminales de guerra:
para la justicia es la causa determina la que el derecho a la lucha.
El terrorismo sionista que se libró contra el pueblo palestino
para expulsarlos de su país y usurpar sus tierras está registrado en sus
documentos oficiales. Miles de personas fueron asesinadas en sus
pueblos y ciudades, decenas de miles de personas fueron obligados a
punta de pistola a abandonar sus hogares y las tierras de sus padres.
Una y otra vez nuestros niños, mujeres y ancianos fueron desalojados y
tuvieron que vagar por los desiertos y escalar montañas sin comida ni
agua. Nadie en el año 1948 fue testigo de la catástrofe que afectó a los
habitantes de cientos de pueblos y ciudades - en Jerusalén, Jaffa,
Lydda, Ramle y Galilea -, nadie que haya sido testigo de esa catástrofe
nunca olvidará la experiencia, a pesar de que la censura ha tenido éxito
en ocultar estos horrores como los rastros de 385 aldeas y ciudades
palestinas destruidas en aquel momento y borradas del mapa. La
destrucción de 19.000 casas en los últimos siete años, lo que equivale a
la destrucción completa de 200 aldeas palestinas más, y el gran número
de mutilados como consecuencia del tratamiento al que fueron sometidos
en las cárceles israelíes, no se puede ocultar por cualquier censura.
Su terrorismo se alimenta de odio y ese odio se dirigió incluso
contra el olivo en mi país, que ha sido un símbolo de orgullo, que les
recordaba a los habitantes autóctonos de la tierra, un recuerdo vivo que
la tierra es Palestina. Así ellos procuraron destruirlo. ¿Cómo se puede
describir la declaración de Golda Meir, que expresó su inquietud sobre
“los niños palestinos que nacen cada día”? Ellos ven en el niño
palestino, en el árbol de Palestina, un enemigo que debe ser
exterminado. Durante decenas de años los sionistas han hostigado a los
líderes culturales, políticos, sociales y artísticos, aterrorizándolos y
asesinándolos. Nos han robado nuestro patrimonio cultural, nuestro
folclore popular y lo han reclamado como suyo. Su terrorismo, incluso
llegó a nuestros sitios sagrados en nuestra Jerusalén querida y
pacífica. Ellos han tratado de desarabizar y hacer que pierda su
carácter cristiano y musulmán, expulsando a sus habitantes y anexándolo.
No puedo dejar de mencionar el fuego de la mezquita de Al Aqsa y
la desfiguración de muchos de los monumentos históricos que son a la
vez de carácter religioso. Jerusalén, con su historia religiosa y sus
valores espirituales, es un testimonio para el futuro. Es una prueba de
nuestra presencia eterna, de nuestra civilización, de nuestros valores
humanos. Por ello no es de extrañar que bajo su cielo las tres
religiones hayan nacido y que, en ese cielo brillen estas tres
religiones con el fin de iluminar a la humanidad para que pueda expresar
las tribulaciones y las esperanzas de la humanidad, y con ello señalar
el camino del futuro con sus esperanzas.
El reducido número de árabes palestinos que no fueron
desarraigados por los sionistas en 1948, son en la actualidad refugiados
en su propia patria. La legislación israelí los trata como ciudadanos
de segunda clase - e incluso como ciudadanos de tercera clase, ya que
judíos orientales son ciudadanos de segunda clase - y han sido objeto de
todas las formas de discriminación racial y de terrorismo, después de
la confiscación de sus tierras y bienes. Ellos han sido víctimas de
sangrientas masacres como la de Kfar Kassim; han sido expulsados de sus
aldeas y se les niega el derecho a regresar, como en el caso de los
habitantes de Ikrit y Kfar Birim. Durante 26 años, nuestra población ha
estado viviendo bajo la ley marcial y se le negó la libertad de
circulación sin la previa autorización del gobernador militar israelí,
en momentos que una ley israelí se había promulgado concediendo la
ciudadanía a cualquier judío de cualquier lugar que querían emigrar a
nuestra patria. Además, de otra ley israelí que estipula que los
palestinos que no estaban presentes en sus pueblos o ciudades en el
momento de la ocupación carecen del derecho a la ciudadanía israelí.
El historial de los gobernantes de Israel está repleto de actos
de terrorismo perpetrados a aquellos de nuestro pueblo, que
permanecieron bajo la ocupación en el Sinaí y los Altos del Golán. El
criminal bombardeo de la Escuela de Bahr-al-Bakar y la fábrica de Abou
Zaabal no son sino dos actos inolvidables de terrorismo. La destrucción
total de la ciudad Siria de Quneitra es otro ejemplo tangible de
terrorismo sistemático. Si se debiera compilar un historial del
terrorismo sionista en el Líbano meridional, la enormidad de sus actos
sorprendería incluso a los más curtidos: la piratería, los bombardeos,
la política de tierra arrasada, la destrucción de cientos de casas, el
desalojo de los civiles y el secuestro de ciudadanos libaneses. Esto
constituye claramente una violación de la soberanía libanesa y se está
preparando para el desvío de las aguas del río Litani.
¿Necesita uno recordar a esta Asamblea de las numerosas
resoluciones aprobadas por ello, condenando las agresiones cometidas por
Israel contra los países árabes, las violaciones israelíes violaciones a
los derechos humanos y de las normas de los Convenios de Ginebra, así
como las resoluciones relativas a la anexión de la ciudad de Jerusalén y
su restauración a su estado anterior?
La única descripción de estos actos es que son actos de barbarie
y terrorismo. Y, sin embargo, los racistas y colonialistas sionistas
tienen la osadía de describir la lucha justa de nuestro pueblo como el
terror. ¿Podría haber una distorsión más flagrante de la verdad que
esto? Le pedimos a aquellos que usurparon nuestras tierras, quienes
están cometiendo actos criminales de terrorismo contra nuestro pueblo y
practican la discriminación racial más ampliamente que los racistas de
Sudáfrica, les pedimos que tengan en cuenta la resolución de la Asamblea
General que pedía la suspensión de un año de los miembros del gobierno
de Sudáfrica en la ONU. Tal es el destino inevitable de todos los países
racistas que adoptan la ley de la selva, usurpa la patria de los demás y
persiste en la opresión.
Durante los últimos 30 años, nuestro pueblo ha tenido que luchar
contra la ocupación británica y la invasión sionista, los cuales tenían
una misma intención, es decir, la usurpación de nuestras tierras. Seis
grandes revueltas y decenas de levantamientos populares se organizaron
para frustrar esos intentos, para que nuestra patria pudiera seguir
siendo nuestra. Más de 30.000 mártires, el equivalente en términos
comparativos, de 6 millones de estadounidenses, murieron en el proceso.
Cuando la mayoría del pueblo palestino fue desarraigado de su
patria en 1948, la lucha palestina por la autodeterminación continuó en
las condiciones más difíciles. Intentamos cada medio posible de seguir
nuestra lucha política para lograr nuestros derechos nacionales, pero
fue en vano. Mientras tanto, tuvimos que luchar por la mera existencia.
Incluso en el exilio hemos educado a nuestros hijos. Todo esto fue una
parte de nuestra difícil sobrevivencia.
El pueblo palestino ha producido miles de médicos, abogados,
profesores y científicos que participan activamente en el desarrollo de
los países árabes que lindan con su patria usurpada. Ellos utilizan sus
ingresos para ayudar a los jóvenes y ancianos entre su gente que
permaneció en los campamentos de refugiados. Han educado a sus hermanas y
hermanos menores, sostienen a sus padres y cuidan de sus hijos. Todo el
tiempo, los palestinos sueñan con volver. Ni la lealtad de los
palestinos a Palestina ni su determinación de regresar ha disminuido, y
nada pudo persuadirlo a renunciar a su identidad Palestina o a abandonar
su tierra natal. El paso del tiempo no lo hizo olvidar, como algunos
esperaban que lo hiciera. Cuando nuestra gente perdió la fe en la
comunidad internacional, que persiste en ignorar sus derechos, y cuando
se hizo obvio que los palestinos no podían recuperar una pulgada de
Palestina por medios exclusivamente políticos, nuestro pueblo no tuvo
más remedio que recurrir a la lucha armada. En esa lucha vierte sus
recursos materiales y humanos. Valientemente enfrentamos los actos más
crueles del terrorismo de Israel, destinados a desvió de nuestra lucha y
detenerla.
En los últimos 10 años de nuestra lucha, miles de mártires y el
doble de heridos, mutilados y encarcelados fueron ofrecidos en
sacrificio, todo en un esfuerzo para resistir a la amenaza inminente de
liquidación, para recuperar nuestro derecho a la libre autodeterminación
y nuestro derecho indiscutible de regresar a nuestra patria. Con la
mayor dignidad y espíritu revolucionario más admirable, el pueblo
palestino no ha perdido su espíritu en las cárceles israelíes y en los
campos de concentración o cuando han enfrentado todas las formas de
hostigamiento e intimidación. Se lucha por la mera existencia y sigue
luchando para preservar el carácter árabe de su tierra. Así, resisten a
la opresión, la tiranía y el terrorismo en sus peores formas.
Es por nuestras luchas armadas populares, que nuestro liderazgo
político e instituciones nacionales, cristalizó finalmente un movimiento
de liberación nacional, que comprende todas las facciones palestinas,
organizaciones y capacidades, materializadas en la OLP.
A través de nuestro Movimiento de Liberación Nacional de
Palestina, la lucha de nuestro pueblo ha madurado y crecido lo
suficiente como para dar cabida a la lucha política y social, además de
la lucha armada. La OLP fue un factor importante en la creación de un
nuevo individuo palestino, capacitado para dar forma al futuro de
nuestra Palestina, no sólo con el contenido de la movilización de los
palestinos para los desafíos del presente.
La OLP puede estar orgullosa de tener un gran número de
actividades culturales y educativas, aún al mismo tiempo que participa
en la lucha armada, y en un momento en que se enfrentan golpes cada vez
más feroces del terrorismo sionista. Hemos establecido institutos para
la investigación científica, el desarrollo agrícola y el bienestar
social, así como centros para la recuperación de nuestro patrimonio
cultural y la preservación de nuestras tradiciones. Muchos poetas
palestinos, artistas y escritores han enriquecido la cultura árabe en
particular, y en general la cultura mundial. Sus obras profundamente
humanas han ganado la admiración de todos aquellos que están
familiarizados con ellos. En contraste con esto, nuestro enemigo ha
estado sistemáticamente destruyendo nuestra cultura y diseminando la
difusión de ideologías racistas e imperialistas, en definitiva, todo lo
que impide el progreso, la justicia, la democracia y la paz.
La OLP se ha ganado su legitimidad debido al sacrificio
inherente a su papel pionero, y también a causa de su dedicación al
frente de la lucha. También le han concedido esta legitimidad las masas
palestinas, que en armonía con ella la ha elegido para dirigir la lucha
según sus directivas. La OLP también ha ganado su legitimidad mediante
la representación de cada facción, unión o grupo, así como cada talento
palestino, ya sea en el Consejo Nacional o en las instituciones del
pueblo. Esta legitimidad se ve reforzada por el apoyo de toda la nación
árabe, y fue consagrada durante la última Conferencia de la Cumbre
Árabe, que reiteró el derecho de la OLP, en su calidad de único
representante del pueblo palestino, para establecer un estado nacional
independiente sobre todo el territorio palestino liberado.
Por otra parte, la legitimidad de la OLP se ha intensificado
como resultado del apoyo fraterno dado por otros movimientos de
liberación y las naciones amigas, afines que están a nuestro lado,
alentándonos y ayudando en nuestra lucha para garantizar nuestros
derechos nacionales.
Aquí también tengo el gusto de expresar el agradecimiento de
nuestros combatientes revolucionarios y la de nuestro pueblo a los
países no alineados, los países socialistas, los países islámicos, los
países africanos y países amigos europeos, así como todos nuestros otros
amigos en Asia, África y América Latina.
La OLP representa al pueblo palestino, legítimamente y de forma
exclusiva. Debido a esto, la OLP expresa los deseos y las esperanzas de
su pueblo. Debido a esto, también, es que aporta esos mismos deseos y
esperanzas ante ustedes, instando a no eludir la responsabilidad
histórica trascendental para nuestra justa causa.
67. Desde hace muchos años nuestro pueblo ha estado expuesto a los
estragos de la guerra, la destrucción y la dispersión. Ha pagado con la
sangre de sus hijos lo que nunca puede ser compensado. Ha llevado el
peso de la ocupación, la dispersión, el desalojo y el terror más
continuamente que ningún otro pueblo. Y sin embargo, todo esto no ha
hecho que nuestro pueblo sea vengativo. Tampoco esto ha hecho que
nosotros recurramos al racismo de nuestros enemigos, ni que perdamos el
procedimiento real por el cual se distinguen amigos y enemigos.
Ya que deploramos todos los crímenes cometidos contra los
judíos, también deploramos toda la real discriminación sufrido por ellos
a causa de su fe.
Soy un rebelde y la libertad es mi causa. Se muy bien que muchos
de ustedes aquí presentes una vez estuvieron exactamente en la misma
posición de resistencia que ahora ocupo y desde la cual debo luchar.
Alguna vez tenía que convertir los sueños en realidad por su lucha. Por
lo tanto, ahora deben compartir mi sueño. Pienso que esto es exactamente
por qué puedo pedirles ahora ayudar, ya que juntos traemos nuestro
sueño en una realidad brillante, nuestro sueño común para un futuro de
paz en la tierra sagrada de Palestina.
Como dijo el revolucionario judío, Ahud Adif, estando de pie en
un tribunal militar israelí: “No soy ningún terrorista; creo que un
Estado democrático debe existir en esta tierra.” Adif ahora languidece
en una cárcel sionista entre sus compañeros creyentes. A él y a sus
colegas les envío mis mejores deseos.
Y antes aquellos mismos tribunales se encuentra hoy en día un
valiente príncipe de la iglesia, el obispo Capucci, quien levantando sus
dedos para formar el mismo signo de la victoria utilizado por nuestros
luchadores por la libertad, dijo: “Lo que he hecho, he hecho que todos
los hombres pueden vivir en esta tierra de paz en la paz.” Este
sacerdote principesco compartirá, sin duda, el destino sombrío de Adif.
Le enviamos nuestros saludos y saludos.
¿Por qué, por lo tanto, no debo soñar ni tener esperanza? ¿Para
no hacer la revolución real de los sueños y esperanzas? Por
consiguiente, trabajemos juntos para que mi sueño se haga realidad, para
que pueda regresar con mi gente del exilio, allí en Palestina, para
vivir con este judío, luchador por la libertad y sus compañeros, con
este sacerdote árabe y sus hermanos, en un Estado democrático donde
cristianos, judíos y musulmanes viven en la justicia, igualdad y
fraternidad.
¿No es esto un sueño noble y digno de mi lucha junto a todos los
amantes de la libertad en todas partes? La dimensión más admirable de
este sueño es que es palestino, un sueño desde fuera de la tierra de la
paz, la tierra de martirio y heroísmo, y también la tierra de la
historia.
Recordemos que los judíos de Europa y Estados Unidos han sido
conocidos por liderar la lucha por el laicismo y la separación de
Iglesia y Estado. También han sido conocidos por la lucha contra la
discriminación por motivos religiosos. ¿Cómo pueden ellos rechazar este
paradigma humano para la Tierra Santa? ¿Cómo entonces pueden continuar
apoyando a los más fanáticos, discriminatorios y cerrada de las naciones
en su política?
En mi carácter formal de presidente de la OLP y líder de la
revolución Palestina, proclamo ante ustedes que cuando hablamos de
nuestras esperanzas comunes para los palestinos del futuro, incluimos en
nuestras aspiraciones a todos los judíos que ahora viven en Palestina
que acepten vivir con nosotros en paz y sin distinción o discriminación
en la tierra Palestina.
En la misma condición, exhorto a todos y cada uno de los judíos a
reconsiderar el pasado al que los gobernantes sionistas los han
conducido, es decir, a un abismo que termina en un continuo
derramamiento de sangre y guerra constantes.
Les pido que opten por la amplia alternativa de alejarse de sus jefes que tratan de instalar en Uds. el espíritu de Massada.
Y les ofrecemos la alternativa más generosa: que vivamos juntos en un marco de paz justa en una Palestina democrática.
Anunció aquí que no deseamos ni una gota de sangre árabe o judía
para ser derramada; tampoco nos deleitamos en la continuación de la
matanza, que se terminaría una vez que alcancemos una paz justa, basada
en los derechos de nuestro pueblo, esperanzas y aspiraciones finalmente
establecidos.
Apelo a usted para que acompañe a nuestro pueblo en su lucha por
alcanzar su derecho a la autodeterminación. Este derecho está
consagrado en la Carta de las Naciones Unidas y ha sido confirmado en
varias ocasiones en las resoluciones aprobadas por este augusto cuerpo
desde la redacción de la Carta. Hago un llamamiento, además, para
facilitar el regreso de nuestro pueblo a su patria desde su exilio
involuntario, impuesto por la fuerza de las armas, por la tiranía, la
opresión, de modo que podamos recuperar nuestra propiedad, nuestra
tierra, y a partir de entonces vivir en nuestra patria nacional, libre y
soberana, gozando de todos los privilegios de una nación. Sólo entonces
podremos verter todos nuestros recursos en la corriente principal de la
civilización humana. Sólo entonces podrá la creatividad Palestina ser
concentrada en el servicio de la humanidad. Sólo entonces nuestra
Jerusalén podrá reanudar su papel histórico como un santuario de paz
para todas las religiones.
Apelo a usted para que nuestro pueblo pueda establecer una soberanía nacional independiente en su propia tierra.
Hoy he venido portando una rama de olivo en una mano y el arma
de un luchador por la libertad en la otra. No dejen que caiga de mi mano
el ramo de olivo. Repito: no dejen que caiga de mi mano la rama de
olivo.
La guerra estalla en Palestina, pero es en Palestina donde nacerá la paz.
Pronunciado: El miércoles 13 de noviembre de 1974, a
las 10:30 de la mañana, ante la 2282ª Sesión Plenaria de la Asamblea
General de la Organización de Naciones Unidas, reunida en Nueva York.
Traducción: Pronunciado en idioma arabe. Aquí
se presenta una traducción al castellano contribuida por un simpatizante de
marxists.org en base a traducción al idioma inglés. Revisada y corregida por
marxists.org, dic. 2012.
Esta edición: Marxists Internet Archive, Archivos Suplementarios,
2012.